El primer año de Biden

(AFP) El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, enfrentó en 12 meses extraordinarios desafíos: una nación dividida tras el gobierno de Donald Trump, la pandemia de covid-19 y una economía en crisis.

Y prometió mucho: sanar la democracia nacional, derrotar al covid, abordar los profundos problemas raciales y económicos y volver hacer de Estados Unidos el líder mundial.

¿Cómo lo trató de hacer?

– Covid-19 –

Biden comenzó con un fuerte despliegue de vacunas que contrastó con las, a menudo, confusas políticas de Trump, quien intentó restarle importancia a la pandemia, aunque supervisó el rápido desarrollo de las vacunas.

Aparente presa de una falsa sensación de seguridad, Biden declaró el 4 de julio como el día de independencia del virus. Pero la variante delta golpeó durante el verano boreal, cambiando las tendencias descendentes de la primavera, y cuando la variante ómicron llegó en diciembre, Biden cargó la culpa.

Al inicio de su administración, el 69% de los estadounidenses apoyaba sus medidas anticovid. Hoy sólo el 46%.

En regiones conservadoras del país, los intentos de Biden por imponer la vacunación provocaron una oposición política feroz y la Corte Suprema eliminó su intento de hacer obligatoria la vacunación en las grandes empresas.

– Rescate económico –

La administración Biden atribuye a la aprobación de su plan de rescate por 1,9 billones de dólares el haber salvado a la economía de entrar en una espiral descendente con desempleo masivo y recesión.

Biden también convirtió en ley un paquete de infraestructura por 1,2 billones para puentes, carreteras, conexiones de internet y mucho más. Eso fue logrado con apoyo republicano y fue algo que Trump, en particular, mantuvo largamente como promesa pero que no consiguió ejecutar.

Sin embargo, un paquete mayor para el clima y el gasto social, por 1,7 billones de dólares llamado «Build Back Better» (Reconstruir Mejor), murió en el Senado por la oposición obstinada del demócrata Joe Manchin, a quien Biden no pudo persuadir de votar a favor. Con una mayoría de solo uno en el Senado, el proyecto de ley quedó archivado.

La bolsa de valores y el crecimiento del empleo alcanzaron récords en 2021, con la tasa de paro en un respetable 3,9%. Pero al mismo tiempo Biden enfrenta una inflación récord de 7% en 2021.

Durante meses, los asesores económicos de Biden afirmaron que la inflación sería breve pero, al igual que la pandemia que está detrás de esos precios distorsionados, se ha mantenido.

– Democracia y cambio social –

Un centrista natural, Biden ha tenido dificultades para satisfacer al ala izquierdista de su partido y a grupos claves de votantes, en particular los afroamericanos.

Sus frecuentes promesas por cambiar la atracción de los estadounidense por la armas de fuego e instituir reformas para evitar la brutalidad policíaca han tenido poco recorrido.

Sus intención de reformar la ley electoral, pensada para detener la discriminación contra los negros y la supresión de la participación ciudadana, fracasaron en el Senado, nuevamente debido a la oposición de apenas dos demócratas. Tener un margen tan estrecho en el Congreso pone en riesgo casi cualquier ambición presidencial.

Respecto a sanar las divisiones políticas del país, Biden también tiene una baja calificación, a pesar de que no todo es culpa suya.

En su discurso inaugural, Biden prometió unir a los estadounidenses y dejar atrás el estilo divisivo de Trump, que incluía avivar el odio contra los inmigrantes, los periodistas y opositores.

Pero ahora que la ideología de Trump se impuso en el Partido Republicano y el expresidente probablemente busque la reelección en 2024, Biden se está acercando cada vez más a su propia base izquierdista. El apoyo de los independientes está menguando.

– EEUU vuelve –

«Estados Unidos ha vuelto», dijo la administración de Biden al mundo en su primer día.

En algunos sentidos, ese ha sido el caso. Biden reintegró a Estados Unidos al acuerdo climático de París y al intento multinacional de controlar la capacidad nuclear de Irán.

Rápidamente trató de acercarse de nuevo a los aliados más antiguos y fuertes de Estados Unidos en Europa, la OTAN y en toda Asia. Con ello revirtió el trabajo de Trump en las relaciones bilaterales, que llegó a tratar a países amigos como despiadados rivales económicos.

La salida de Afganistán puso fin a una fallida guerra de 20 años y era algo de lo que los presidentes anteriores solo habían hablado. Sin embargo, los peligrosos y caóticos días de la retirada dañaron la imagen de profesionalismo militar de Estados Unidos, convirtiendo en humillante lo que debió ser un momento de alivio

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

tres × 3 =