WASHINGTON, 21 de diciembre (Reuters)- Impulsadas por la pandemia de coronavirus, decenas de ciudades estadounidenses están desplegando una nueva herramienta en su guerra contra la pobreza: el dinero en efectivo.
Al menos 16 ciudades y condados están entregando pagos sin compromiso a algunos residentes de bajos ingresos, según un recuento de Reuters. Al menos otros 31 gobiernos locales planean hacerlo en los próximos meses.
Eso es una desviación de la mayoría de los programas contra la pobreza de EE. UU., Que brindan beneficios para necesidades específicas como alimentos o alquiler y requieren que los beneficiarios tengan un trabajo o busquen trabajo.
Los defensores dicen que las personas que reciben la ayuda, no los burócratas, saben mejor cómo gastar su dinero.
«Es un rechazo total a la noción de que necesitamos a la gente del Gran Hermano para salir de la pobreza», dijo Michael Tubbs, quien estableció el primer programa de «ingresos básicos» de la nación en 2019 mientras era alcalde de Stockton, California.
Jonathan Pedro, de 37 años, dijo que pudo pagar deudas y comprar equipo de hockey para su hijo de 11 años gracias a los cheques mensuales de $ 500 que recibe a través de un programa de Cambridge, Massachusetts, dirigido a padres solteros.
«Me he esforzado mucho en recuperarme y este control lo hace mucho más fácil», dijo.
Los pagos en efectivo fueron un pilar de la red de seguridad estadounidense durante gran parte del siglo XX, pero cayeron en desgracia debido a las críticas de que desanimaban a las personas a trabajar. El presidente demócrata Bill Clinton los redujo, los hizo temporales y agregó un requisito de trabajo en 1996. Menos de una de cada cuatro familias pobres ahora obtienen esos beneficios.
En los últimos años, la noción de un ingreso básico universal ha ganado popularidad frente a las preocupaciones de que la automatización conducirá a despidos generalizados y la creencia entre los defensores de la justicia racial de que el sistema actual es inadecuado y degradante. Andrew Yang lo convirtió en la pieza central de su apuesta arriesgada por la nominación presidencial demócrata de 2020.
El gobierno federal proporcionó una prueba de concepto durante los últimos dos años, enviando más de $ 800 mil millones a los hogares en tres paquetes de ayuda COVID-19. Washington entregó otros $ 93 mil millones a 36 millones de familias este año a través de un crédito tributario por hijos ampliado .
Esos paquetes de ayuda incluyeron $ 500 mil millones para los gobiernos estatales y locales, y al menos 16 gobiernos locales están usando el dinero para establecer programas de ingresos básicos al estilo de Stockton para residentes de bajos ingresos, según muestran los registros.
Otros recurren a fondos proporcionados por Mayors for a Guaranteed Income, un grupo de defensa formado por Tubbs o filantropía privada.
«Llevamos 60 años en la guerra contra la pobreza, y la noción de dar dinero a los pobres todavía se siente profundamente nueva. Tal vez ese sea el problema», dijo Melvin Carter, alcalde de St. Paul, Minnesota, que lanzó un plan de ingresos básicos programa el año pasado.
A diferencia de la propuesta de Yang, que habría abarcado a todo el mundo, los nuevos programas urbanos son de pequeña escala, por lo general atienden a varios cientos de familias y están dirigidos únicamente a personas de bajos ingresos.
Algunas ciudades invitan a la gente a postularse y luego hacer un sorteo al azar. Otros se enfocan en poblaciones específicas: St. Paul se enfoca en familias con niños recién nacidos, mientras que Pittsburgh dice que la mitad de sus 200 participantes serán mujeres negras.
Durham, Carolina del Norte, proporcionará cheques a las personas que salgan de prisión. Un programa en Jackson, Mississippi, se enfoca en madres negras en viviendas públicas.
Los defensores esperan que estos esfuerzos finalmente convenzan a Washington para que establezca un programa nacional de ingresos básicos.
Señalan una serie de estudios que muestran resultados positivos. Los participantes en el programa de Stockton tenían más probabilidades de trabajar a tiempo completo, mientras que los participantes en Jackson tenían más probabilidades de pagar sus facturas a tiempo. Una encuesta encontró que los destinatarios gastaban menos en alcohol y tabaco que antes.
‘OPCIONES ALTERNATIVAS’
Con muchas empresas estadounidenses que luchan por contratar trabajadores, algunas dicen que sería mejor expandir los programas existentes.
«Si el objetivo es más trabajo, entonces tenemos opciones alternativas», dijo Kevin Corinth, quien se desempeñó como economista superior de la Casa Blanca en la administración Trump y ahora está en la Escuela de Políticas Públicas Harris de la Universidad de Chicago.
Un programa nacional también sería caro. Una propuesta para mantener a todos los estadounidenses por encima de la línea de pobreza, fijada en $ 26,500 para una familia de cuatro en 2021, costaría $ 876 mil millones, más del doble del gasto estadounidense contra la pobreza. Otro costaría más del doble de esa cantidad.
Los defensores dicen que su primer paso es apuntalar el crédito tributario por hijos ampliado, que vence a fines de este año. Con respecto al coste incitaron Demócratas para cortar una expansión permanente del Presidente de Joe Biden en peligro «reconstruir mejor» propuesta de gasto de $ 1.75 billones de dólares.
Mientras tanto, a los participantes de bajos ingresos como Andrea Coleman, de 40 años, les resulta un poco más fácil llegar a fin de mes. La madre de tres hijos, que trabaja como enfermera domiciliaria, dijo que planea comprar un par de zapatos adecuados para reemplazar las sandalias de espuma que le sirven como único calzado en St. Paul, Minnesota, donde se espera que la temperatura baje a 7 grados. Fahrenheit (-13,9 ° Celsius) esta semana.
«Es ese dinero extra lo que ayuda a superar ese pequeño inconveniente, ayuda a quitarse esa carga de encima», dijo. «Me da un corazón libre».