LeBron rompe récord de Kobe… pero para nada

Juanma Rubio, as.com

Récord de puntos en Navidad para un LeBron que jugó un partidazo pero que no evitó la derrota de unos Lakers perdidos sin él y que no remataron tras levantar un -23 en el último cuarto.

Los Lakers no tienen ni salud, ni química… ni suerte. Aunque tampoco la buscan normalmente. No se puede decir que no tienen nada porque, claro, tienen a LeBron James. Que a menos de una semana de cumplir 37 años (más vida en la NBA que fuera de ella) batió su récord de puntos en Navidad (39 a los que sumó 9 rebotes, 7 asistencias y 3 robos) y superó el tope histórico en 25-D, que era hasta este año de Kobe Bryant (395 puntos). LeBron entró en territorio 400 (422) y jugó minutos sencillamente fabulosos que no sirvieron a su equipo: 115-122 para unos Nets sin Kevin Durant y que todavía no tienen a Kyrie Irving, su refuerzo para los partidos fuera de casa. Pero que están 22-9. Los Lakers, después de haber tenido el calendario más fácil de la NBA, marchan 16-18. Son cinco derrotas seguidas tras enlazar tres victorias consecutivas por primera vez en la temporada. Desde ese 16-13 que dio un mínimo de aire les ha pasado de todo: lesión de rodilla de Anthony Davis, brote de COVID. Y otra vez a las cloacas.

La baja de Kevin Durant, sobre todo, y la ausencia de Davis (y el no retorno de Kyrie Irving, que habría sido un golpe mediático tremendo más allá del resto de consideraciones) restaron brillo al duelo de prime time de la Navidad, al partidazo de la noche para el gran público navideño. El menos habitual a la NBA. Al menos volvió a tiempo James Harden, que recién salido de los protocolos sanitarios anotó 36 puntos, capturó 10 rebotes y repartió 10 asistencias. En el 0-7 final que selló el triunfo en los últimos 45 segundos, Harden asistió a Claxton para un 2+1 y acertó con sus cuatro tiros libres. Los Nets escaparon vivos de un partido que habrían perdido si su rival no fuera una montaña de miseria y desgracias: el marcador era 84-107 a 10:39 del final. Desde ahí al 115-115 del último minuto, una tremenda reacción de los Lakers, que enlazaron un 17-0 y rugieron a base de bien… para acabar perdiendo. Así es su temporada, ni más ni menos.

Que LeBron siga siendo capaz de jugar a este nivel en su año 19 en la NBA es increíble. Que esté tan mal rodeado es deprimente, incluido el capón que él merece por sus extravíos como general manager de facto. Los tuvo en Miami y Cleveland y los ha tenido en L.A. No está Davis, que por mal que marchara (y era el caso) no dejaba de ser un esencial jugador defensivo, y la pandemia ha arrasado para evitar el más mínimo amago de cohesión. Siguen fuera Ariza o Reaves y Avery Bradley no llegó a tiempo. Sea como fuere, LeBron firmó un +9 en 40 minutos… y los Lakers perdieron por 7. Es un -16 en apenas ocho minutos. Un drama del que escaparon más o menos Carmelo Anthony (17 puntos, 11 rebotes, 4 asistencias) y un Malik Monk que volvió de los protocolos con 20 puntos. Debutaron nada más llegar Darren Collison (sacado de la retirada) y un Stanley Johnson cuyas piernas se sintieron en una defensa que apareció al final después de minutos trágicos que habían enlazado con el disparate atrás del anterior partido, ante los Spurs. Pero el +9 de LeBron conduce directamente al otro gran dato de la noche: -23 de Russell Westbrook en 37 minutos. El base, que tuvo semanas muy buenas y está ahora en un momento malísimo, acabó con un triple-doble (13+12+11) que quedará para su récord histórico pero de sabor profundamente amargo: 4/20 en tiros, un fallo estrepitoso en el último minuto (con 115-118) y desconexiones groseros en defensa.

Así es Westbrook: días muy buenos, días como este… y en el global de una temporada completa, menos de lo que se necesita de un jugador de su peso y su contrato. Problemas en el tiro, problemas con las decisiones, problemas con la concentración defensiva… problemas. Los Lakers, y LeBron, eligieron eso en verano, y llegan a Navidad en negativo, sin respuestas (y seguramente sin preguntas) y después de unos meses en los que, para colmo, no han tenido nunca nada parecido a su rotación tipo en pista. Ni baloncesto, ni salud ni suerte. Así que su remontada heroica se quedó en nada contra unos Nets sin Durant y colgados de Harden y los triples de Patty Mills: 8 (récord en Navidad) para 34 puntos y 7 asistencias. Él y Harden anotaron 70 puntos, la primera pareja con más de 30 los dos desde 1993, cuando lo hicieron Charles Barkley y Kevin Johnson para Phoenix Suns. Con más energía y más ritmo, los Nets estropearon su noche con esa debacle del último cuarto de la que se salvaron por los pelos.

Al gran partido de la Navidad le faltó Durant. Y le faltaron Davis, y Kyrie… No era, de entrada, lo que la NBA predijo cuando programó este plato fuerte que, además, lo fue menos por el cochambroso estado de salud de los Lakers. Un equipo que ahora mismo no da ni para drama: que pierde y pierde porque no tiene jugadores disponibles y porque no sabe todavía qué ha construido con los que sí juegan. Después del partido, David Fizdale preguntó si alguien conocía “a algún científico disponible” para clonar a LeBron cuando se le nombraron los problemas sin la gran estrella en pista de un equipo al que está dirigiendo por la baja de Frank Vogel, también en los protocolos. El propio LeBron mandó (a buen entendedor…) un mensaje claro para las semanas previas al cierre de mercado invernal: “No soy una persona muy paciente… Pero bueno, estamos sin nuestro entrenador, con jugadores de baja o que acaban de volver… Trato de mantenerme estable. La realidad es que nadie va a sentir pena por nosotros”. Y la realidad es que con casi 37 años él sigue jugando a un nivel admirable pero lo que tiene a su alrededor (en parte por sus propios pecados) es una calamidad. Y por eso el balance negativo, el aburrimiento (no da ni para drama, insisto) de sus seguidores y el descarrile de todo, hasta del amago de milagro de la Navidad en una remontada inconclusa que sirve finalmente de metáfora. Estos Lakers no llegan. Son lo que son, y ahora mismo no hay más.

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