Superan el principal obstáculo para la reproducción de vida fuera de la Tierra

Científicos japoneses han logrado desafiar las leyes de la física y probar la eficacia de transportar el esperma de mamíferos al espacio conservando su principio vivificante.

El equipo de Sayaka Wakayama, de la Universidad de Yamanashi, ha criado ratones sanos utilizando el esperma que se guardaba congelado a bordo de la Estación Espacial Internacional durante casi un año, según un artículo publicado en la revista PNAS.

«Si la humanidad comienza a vivir en el espacio, necesitaremos tecnologías para congelar el esperma y almacenarlo durante mucho tiempo. El problema es que el nivel de radiación en la ISS es 100 veces mayor que en la Tierra. Hemos demostrado que, aunque la radiación sí daña el ADN del esperma, no afecta la viabilidad y la fertilidad de las crías», escriben Wakayama y sus colegas en el artículo.

Los altos niveles de radiación en el espacio constituyen uno de los principales peligros para la vida humana y un obstáculo importante para la conversión de los humanos en una especie ‘cósmica’. La mayor amenaza existe para las células germinales, que deben pasar por varias fases de la división antes de que estén listas para la fertilización.

Los primeros experimentos con la reproducción de los insectos, peces, erizos de mar y otros animales, que se realizaron a bordo de la ISS, revelaron que nada impide la procreación en condiciones de ingravidez, pero antes de Wakayama estos ensayos no se llevaron a cabo con mamíferos.

Los científicos japoneses enviaron su valioso cargamento al espacio en agosto de 2013 y lo devolvieron en mayo de 2014. Luego, utilizaron estas muestras de material genético para la fertilización de los huevos implantados en los úteros de madres de alquiler. En estudios paralelos, se comparó la estructura del ADN de los espermatozoides ‘espaciales’ y normales que permanecían congelados en la Tierra durante un periodo similar de nueve meses.

Como se demuestra con estos experimentos, una larga estancia en el espacio realmente afecta la calidad de los espermatozoides, que se hicieron más propicios a las mutaciones. Sin embargo, este efecto no era significativo, ya que todos los ratoncillos  ‘espaciales’ nacieron igualmente sanos como sus primos de la Tierra, y sufrían de prácticamente las mismas enfermedades que los individuos del grupo de control. Cuando crecieron y dejaron descendencia, el número de crías fue aproximadamente el mismo en comparación con las familias que nunca han volado al espacio.

Estos resultados experimentales, según los científicos, significan que una larga estancia en el espacio no puede interferir en gran medida con las perspectivas de la procreación, y por eso se podrían guardar los óvulos y los espermatozoides congelados en estaciones espaciales y naves para sostener una población humana en el espacio.

Esto podría ser útil no sólo en el caso de vuelos espaciales a largo plazo, sino también en el caso de suceder una catástrofe en la Tierra. Si esto ocurriera, el lugar ideal para el almacenamiento de esperma sería la Luna con sus túneles de lava debido a «su temperatura muy baja, la protección contra la radiación espacial por capas de lecho rocoso de espesor, y el aislamiento completo de los desastres en la Tierra».

 

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