Las defensas antiaéreas modernas poner fin al dominio impune de las invasiones aéreas

En los últimos 30 años, el dominio aéreo se coronó como el rey de las guerras, desplazando tropas, tanques y artillería. Pero con los sistemas de defensa progresando gradualmente, la época en que era fácil destrozar un país incómodo impunemente llega a su fin, opina el medio ruso Zvezda.

La Guerra del Golfo de 1990 fomentó la fe en la invulnerabilidad de la aviación estadounidense. La combinación de misiles de crucero, satélites de reconocimiento, aviones de caza y de ataque a tierra no dejó ninguna oportunidad al ejército iraquí, recuerda Dmitri Yúrov en su artículo para Zvezda.

Esta fe se vio cuestionada únicamente al perder el sofisticado caza ‘stealth’ F-117 durante los bombardeos de Belgrado en 1999, solo para pronto restablecerse por completo durante las operaciones militares en Afganistán (2001) y, de nuevo, Irak (2003).

En el marco de la ‘guerra contra el terror’, EEUU no tuvo ninguna limitación en el uso de armas. Hasta los bombarderos estratégicos B-1, B-52 y B-2 atacaron frecuentemente sus blancos tras despegar desde el territorio estadounidense.

Y ¿si esta experiencia no es cien por cien relevante?

Pero aquí radica un importante factor que hasta la fecha provoca debates en los círculos de historiadores y expertos: jamás estos bombarderos estratégicos se emplearon contra una fuerza armada potente y dotada con modernos sistemas antiaéreos.
Incluso se considera que al tener los oponentes de EEUU defensas imponentes, Washington hubiera preferido sentarse a negociar en vez de aplicar una fuerza excesiva.

El historiador ruso Mijaíl Lápikov está entre aquellos que comparten esta opinión:

«Antes de evaluar estos eventos [operaciones aéreas de EEUU], cabe recordar si alguna vez EEUU se había enfrentado con un rival bien armado. No se requiere mucho intelecto para bombardear un país cuyo Ejército es incapaz de contrarrestar la más básicas amenazas aéreas», valoró el experto a Zvezda.

Las incursiones de EEUU continuarán mientras haya países con una defensa antiaérea deficiente, y «la máquina-exportadora de la desestabilidad continuará funcionando», afirmó Lápikov.

Los bombardeos de Libia son un ejemplo característico de esta estrategia, escribe el periodista. La OTAN bombardeó sin resistencia objetos industriales y militares del Gobierno libio en pleno conflicto civil, porque lo poco que tenía Libia para combatir los aviones enemigos estaba bloqueado o bajo el control de los opositores del líder del país, Muamar Gadafi.

El inicio del fin

Pero el progreso tecnológico trae esperanzas. A pesar de declararse ‘el más sofisticado del mundo’, las armas ofensivas de EEUU y sus aliados muestran un rendimiento muy diferente al enfrentarse con un enemigo de poderío comparable.

Tras ‘perder’ una parte de sus misiles modernos en una operación considerada muy rutinaria por los militares de EEUU —los ataques contra Siria—, el Pentágono parece haberse dado cuenta de que cuantos más países se rearmen con defensas antiaéreas avanzadas, menos posibilidades tendrán los estadounidenses de atacarlos impunemente.

Este hecho llevó a la revisión estratégica de las Fuerzas Aéreas de la OTAN. Ahora los altos cargos militares de la Alianza Atlántica no pueden estar seguros de que su próxima invasión aérea dé su fruto. Y peor aún, podría causar una respuesta creíble y dolorosa.

«El desarrollo de los misiles balísticos tácticos y misiles de crucero, sistemas de defensa antiaérea escalonada y sistemas de lucha radioelectrónica ‘afectarán el dinamismo de las operaciones aéreas de la Alianza’, o, si lo simplificamos hacia los términos más básicos, serán nulas las ventajas aéreas ofensivas de EEUU y la OTAN», concluye el periodista.

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