La atmósfera de Venus podría albergar algunas formas de vida

Aunque Venus es un lugar hostil para albergar vida debido a las altas temperaturas y a la enorme presión atmosférica que presenta, un grupo de investigadores internacionales ha concluido que podría haber formas de vida en la atmósfera del segundo planeta del Sistema Solar.    

Según un nuevo estudio, publicado esta semana en la revista Astrobiology, Venus podría haber albergado formas de vida hace 2000 millones de años, cuando posiblemente contó con un océano líquido y poco profundo y, por tanto, con una superficie adecuada para la vida.

Como sabemos, las temperaturas de este planeta alcanzan a los 450 grados centígrados y la presión atmosférica es 92 veces mayor que la terrestre.

Aun así, un grupo internacional liderado por el astrofísico Sanjay Limaye, de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.), basado en una investigación realizada en 2016 por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés), ha sugerido que los microorganismos que habitaban la superficie en aquel entonces pudieron subir a las nubes cuando empeoraron las condiciones.

Los científicos piensan que los microbios podrían haber subido al evaporarse el agua de la superficie de Venus, y como ejemplo de esa posibilidad esgrimen el descubrimiento de bacterias en la atmósfera terrestre, a una altitud de 41 kilómetros.

“En la Tierra sabemos que la vida puede reproducirse en ambientes ácidos, alimentarse con dióxido de carbono y producir ácido sulfúrico”, señaló el bioquímico Rakesh Mogul, coautor del estudio, en un comunicado publicado en la página web de la Universidad de Wisconsin.

Allí se subraya que la atmósfera de Venus, nublada, altamente reflectante y ácida, está compuesta principalmente de dióxido de carbono y pequeñas gotas de agua que contienen ácido sulfúrico.

Alturas habitables

Los científicos consideran como posibles zonas de existencia de microorganismos las manchas oscuras en las nubes de Venus. Las observaciones espectroscópicas, particularmente en ultravioleta, revelan que esas manchas están compuestas de ácido sulfúrico concentrado y otras partículas desconocidas, que absorben la luz. Esas manchas guardan consistencia por unos días y luego cambian de forma.

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