Los organismos internacionales y la pobreza

Por Luis Eduardo Díaz Franjul

El primer efecto de la generación de riqueza es el crecimiento económico. Las oscilaciones del crecimiento tienen como instrumento de medida el PIB para saber si la economía de un país crece o disminuye año tras año.

En este entorno las oscilaciones del bienestar según el grado de desigualdad social (riqueza o pobreza) dependen del nivel de empleo consecuencia de la generación de riqueza. Por tanto el segundo efecto del crecimiento económico debiera ser un mayor nivel de empleo basado en una constante generación de riqueza para reducir o eliminar el lado sensible de la desigualdad (desempleo y pobreza) al menos que alguien invente una riqueza distinta a la acumulada desde la creación del mundo. Se trata de un reto (mayor empleo en función de la riqueza para reducir o eliminar la pobreza) en el cual deben participar el sector público, el sector privado y la ciudadanía en general.

De acuerdo con Alessandro Legrottaglie, presidente del Banco Mundial en la República Dominicana, existe una disparidad entre la tasa de la pobreza versus el crecimiento económico experimentado por el país en los últimos años (El Día, 8/11/2017). A pesar de ese crecimiento el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Isidoro Santana, afirma que hay que generar un mayor ingreso (vía impuestos) o reducir el gasto público para poner control a la deuda pública (Diario Libre, 8/11/2017). Esto revela que el Estado y/o sector público no produce suficiente riqueza material (bienes, servicios y obras de infraestructura productivas-rentables) para generar mayores ingresos. Más bien se trata de aquellos ingresos (impuestos directos e indirectos) provenientes del sector privado y la ciudadanía consecuencia de la generación de riqueza. Decimos esto para no confundir una fuente de ingreso (impuestos) con otra (empréstitos y donaciones internacionales) dentro del Presupuesto General del Estado.

El crecimiento económico no es el culpable del impacto negativo que reflejan los indicadores sociales enfocados en el lado sensible de la desigualdad, lo que por muchos es considerado como paradoja dentro del debate económico. Lo que sí es una paradoja es el «default» o  el alto endeudamiento del sector público ante el fracaso de generar riqueza/ingresos que eviten el «default» que decreta el FMI, por un lado; o el detener el alto endeudamiento desligado de la generación de riqueza público-privada a falta de un Pacto por la productividad, por el otro. En todo caso los impuestos que genera la riqueza del sector privado y la ciudadanía son los que enfrentan el dilema partiendo de los fondos del Presupuesto General del Estado. Por tanto la quinta pata del gato hay que buscarla en todo lo que sucede alrededor del crecimiento económico y no dentro del. Para tal cosa hay que aferrarse a la esencia del crecimiento de manera que los planteamientos impacten de manera positiva todo lo que sucede a su alrededor.

En tal sentido tomemos como ejemplo el lado sensible de la desigualdad social (desempleo y pobreza) y el bienestar social (empleo y riqueza). Para evitar distracciones entre el crecimiento económico, la desigualdad social y el bienestar social hemos planteado la «Teoría de la Desigualdad» (Ref./Google) por la estrecha relación que existe entre tales estándares y la macroeconomía. La pregunta es cómo reducir o eliminar el lado sensible de la desigualdad en base a la generación de riqueza para el logro del bienestar social. No hay otra salida que no sea reduciendo o eliminando la pobreza en función del aumento del empleo consecuencia de la generación de riqueza, como explicamos antes.  Para tal fin la teoría utiliza la fórmula «PIB 2.0 – Pacto por la productividad» (Ref./Google). Se trata de un pacto entre los sectores público y privado para convertir la desigualdad social (desempleo y pobreza) en bienestar social (empleo y riqueza) sin necesidad de cambiar el modelo económico existente. Previo al pacto el único requisito es que los estados «legalicen» su aporte de riqueza material dentro del PIB.

Para entrar en materia veamos lo que dice el Foro Económico Mundial en su reciente informe (The Global Competitive Index 2017-2018, World Economics Forum. «Competitividad y ambiente macroeconómico». Diario Libre, 27/10/17). Cito: «Sin embargo, existe un generalizado acuerdo de que el crecimiento económico es importante para el desarrollo humano y el bienestar. El crecimiento crea los recursos necesarios para una mejor educación, salud y seguridad, y por más altos ingresos. Aunque el crecimiento no garantiza el desarrollo humano, no hay ejemplos de países que estén mejorando el bienestar de sus poblaciones sin crecimiento». El Foro también dice: «En lugar de focalizarse en bienestar, la medida del progreso económico y, consecuentemente, del análisis económico y de las políticas son dominados por los titulares de los números del PIB, estimulando la confusión entre los medios y fines. No obstante, el crecimiento económico no debe ser un fin en sí mismo. Debiera contribuir con el bienestar humano, estar enraizado en la legitimidad política y estar definido y medido con base a una noción multidimensional de progreso económico».

Son válidas esas afirmaciones, sin embargo a falta de una fórmula como hemos planteado descarto tales señalamientos, sin dejar de reconocer el raciocinio y alcance de las ideas del Foro y otros organismos internacionales (financieros y no financieros). Es cierto lo que ellos dicen en teoría pero fallan en la práctica a falta de una fórmula o mecanismo que resuelva el lado sensible de la desigualdad en términos absolutos. El pragmatismo brilla por su ausencia cuando el Foro dice que el crecimiento económico «debiera contribuir con el bienestar humano, estar enraizado en la legitimidad política y estar definido y medido con base a una noción multidimensional de progreso económico».

En teoría eso parece bien, tiene sentido, sin embargo en afirmaciones como esas es donde se pierden el Foro Económico Mundial y los organismos internacionales al obviar la unión acrisolada que debe existir entre el sector público y el sector privado para reducir o eliminar el lado sensible de la desigualdad. A esto bien podríamos llamarle «legitimidad política» siempre y cuando el Pacto por la productividad estuviera avalado con la firma de los sectores público y privado como prerrogativa, tal y como indica la Teoría de la Desigualdad, de lo contrario la teoría no tendría sentido. Así lo digo para dejar fuera la hipocresía y el cinismo que caracterizan los temas de debate de desigualdad social a nivel local y mundial.

Además de la «legitimidad política» de la que habla el Foro Económico Mundial también desconoce como «definir y medir el crecimiento económico en base a una noción multidimensional de progreso económico». La Teoría de la Desigualdad traza líneas para lograr eso. Muy sencillo: previo a la firma del Pacto por la productividad el Estado tiene que comprometerse con la generación de riqueza (bienes, servicios y obras de infraestructura productivas-rentables) para generar sus propios ingresos o utilizando los impuestos directos e indirectos de los sectores productivos de valor agregado y la ciudadanía. Es aquí donde nace lo que yo denomino «PIB Estatal» que define la riqueza del Estado dentro del PIB. Así lo llamo para también dejar fuera la hipocresía y cinismo que envuelven los temas del crecimiento económico, donde hasta ahora el PIB del sector privado y la ciudadanía escenifican mayores riquezas a falta de un PIB Estatal que le siga los pasos. Después se puede hablar de cualquier cosa.

Por tanto La Teoría de la Desigualdad parte de la generación de riqueza pública y privada para reducir o eliminar la pobreza en función del aumento del empleo o pleno empleo si se quiere, sin hablar de otra cosa para no perder el rumbo. Eso no lo plantea el Foro Económico Mundial ni los organismos internacionales pues las negociaciones financieras son un secreto entre ellos y los gobiernos de turno. Es evidente que estos organismos no tienen una visión clara del sector público como bloque monolítico que sea capaz de generar riqueza, simple y sencillamente porque no han encontrado la manera de como formalizar esta encrucijada. Para comenzar yo les diría que el Estado tiene que comportarse como sector económico como otro cualquiera y definir su aporte al PIB para diferenciarlo del PIB del sector privado y la ciudadanía, como primer paso. Logrado esto emerge entonces el PIB Nacional.

Los gobiernos pasan pero no un sector público que personifique un Estado que genere riqueza e ingresos desde sus propias entrañas, además de los impuestos directos e indirectos que provienen del sector privado y la ciudadanía consecuencia de la generación de riqueza. Entonces, cuál es el problema en combinar la creación de riqueza e ingresos de los sectores público y privado como tema de agenda con esos organismos, con tal de reducir o eliminar el lado sensible de la desigualdad?. En las negociaciones de los organismos  internacionales con los gobiernos de turno nunca se habla de esos temas ni tampoco de la participación al sector privado en las negociaciones. Hay que unificar los horizontes de grandeza (sector público y sector privado) para reducir o eliminar la desigualdad social como principal punto de agenda.

Fallas como la ausencia de una fórmula (reducción o eliminación de la pobreza en función del aumento del empleo); la un sector público como bloque monolítico, y un sector privado como tercer actor en las reuniones «organismos internacionales-gobiernos de turno» son cosas que hay que aclarar al momento de abordar el tema del crecimiento económico, la macroeconomía y la desigualdad social. En realidad no tendría mucho sentido hablar de macroeconomía, productividad, competitividad, institucionalidad, mercado laboral, etc., sin tener en cuenta una mayor riqueza material consecuencia de un crecimiento económico que le acompañe. En caso de que se observen las cosas como hemos explicado estaríamos ante las puertas de una real productividad público-privada para reducir o eliminar la pobreza en función del aumento del empleo gracias, precisamente, a la constante generación de riqueza. Al parecer esto no tiene importancia por lo que hemos observado en el transcurso de los años.

eduardofranjul@yahoo.com

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