Lo que se oculta sobre el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal

El renombrado político alemán Willy Wimmer comentó en un artículo exclusivo para Sputnik Deutschland el desarrollo y el trasfondo del caso del envenenamiento del exagente doble Serguéi Skripal.

«Si desde la guerra de Yugoslavia —es decir, desde hace 20 años— los Gobiernos del Reino Unido y otros países de la OTAN y de la Unión Europea no hubieran mentido a sus conciudadanos y no hubieran involucrado a sus países en más y más guerras, entonces podríamos creer en las últimas acusaciones de [la primera ministra británica] Theresa May contra Rusia», consideró Wimmer.

Según Wimmer, desde los tiempos de Tony Blair —primer ministro del Reino Unido de 1997 a 2007—, en Europa todos saben que las mentiras son parte del «repertorio» estándar cuando se habla de la «la próxima guerra».

«Los Gobiernos de los países de la OTAN hace mucho que dejaron de ser convincentes. Sin embargo, en los países de la OTAN y la UE, todos hemos entendido desde hace tiempo que a nuestros Gobiernos eso no les importa. Tienen poder y pueden organizar más y más guerras, y lo están haciendo», consideró el político alemán.

Wimmer apuntó que en vez de mostrar pruebas de la supuesta participación de Rusia en el envenenamiento de Skripal y su hija, May «rápidamente presentó al mundo una lista completa de los ‘pecados’ cometidos por los rusos, tratando de dar credibilidad a sus acciones en relación con el crimen». Por su parte, el ministro de Defensa del Reino Unido, Gavin Williamson, recomendó a Rusia «apartarse y callarse» en respuesta a la expulsión de 23 diplomáticos rusos del territorio británico.

«Ellos, actuando en concierto con Estados Unidos y Francia, se consideran con derecho a decirle al mundo entero cómo comportarse de acuerdo con sus caprichos», destacó Wimmer.

Para Wimmer, si alguien se atreve a interponerse en el camino de Londres y señalar las normas legales internacionales, entonces este ‘alguien’ inmediatamente se convierte en una «amenaza para el mundo» a los ojos británicos.

El político comentó que, al parecer, la primera ministra británica cree que ella no necesita ‘exponer’ los hechos para convencer a la OTAN y la UE de apoyarla. Wimmer cuestionó la falta de acción de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas y de la comunidad mundial en general en relación al caso del supuesto ataque a Skripal en la ciudad de Salisbury.

«¿Por qué May no señaló que, de acuerdo con el New York Times, en 1999 Estados Unidos obtuvo acceso a la planta más grande del mundo para la producción de esta y otras sustancias venenosas en [la ciudad uzbeka] Nukus?», apuntó Wimmer al hablar de la sustancia Novichok, un neuroparalizante creado en la URSS, supuestamente usado para intoxicar a Skripal.

Wimmer subrayó que cualquiera podría haber tenido acceso a dicha planta después de la disolución de la Unión Soviética. Destacó, además, que este veneno podría ser producido por especialistas en cualquier laboratorio del mundo, una vez que su fórmula ya ha sido publicada por su inventor, quien ahora vive en EEUU.

«Pero, ¿por qué la primera ministra británica, al hablar casi histéricamente en el Parlamento, se calló acerca de esto? ¿O de que los militares, al tratar esta sustancia, necesariamente deben protegerse con un equipo de ‘protección química’ que, por cierto, no fue usado en Salisbury?», subrayó Wimmer.

El 4 de marzo, Serguéi Skripal y su hija Yulia fueron hallados inconscientes en el banco de un parque en las cercanías de un centro comercial en la ciudad británica de Salisbury. Ambos continúan en estado crítico y están siendo tratados por una posible exposición a una sustancia de acción neuroparalizante.

Skripal fue reclutado por el servicio secreto británico MI6 cuando servía en las Fuerzas Armadas rusas en los años 90. En 2006 la justicia rusa lo condenó a 13 años de cárcel por espionaje; cuatro años después fue canjeado junto con otros dos espías por 10 personas detenidas en EEUU. El Reino Unido acogió a Skripal y le concedió la ciudadanía británica, según confirmó Scotland Yard.

El 14 de marzo, la primera ministra británica, Theresa May, responsabilizó a Moscú de lo ocurrido en Salisbury y anunció, como represalia, la expulsión de 23 diplomáticos rusos y la cancelación de todos los contactos de alto nivel entre ambos países.

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