Leonel, Danilo y Abinader

Por Juan Taveras Hernández

Por lo que escucho, veo y leo, hay quienes le tienen un odio al ex presidente Leonel Fernández que no lo pueden ver ni en pintura. Algunos con niveles de sensatez, por su paso por el Estado durante 12 largos años; otros, sin embargo, por maledicencia, resquemores o inquina.

Lo acusan –con razón- de haber vendido y destruido las empresas del Estado, particularmente los ingenios azucareros, por “capitalizar” o privatizar la Corporación Dominicana de Electricidad, por preferir “pagar para no matar”, por  los altos niveles de corrupción, el auge de la delincuencia y el narcotráfico, entre muchas otras cosas, incluyendo la degradación de la actividad política.

Eso, y más, es verdad. Ahora bien, no lo culpo sólo a él. Cebarme contra Leonel es fácil y hasta  cómodo. Si bien tiene una gran cuota de responsabilidad en esta inversión de valores del gobierno y del país, no menos cierto es que la culpa es  del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que  bajo su manto y el de Danilo Medina, Temístocles Montas, Reinaldo Pared Pérez, Euclides Gutiérrez Félix, entre muchos otros, perdió el rumbo (si es que alguna vez lo tuvo) olvidando las ideas y la práctica de su líder y fundador profesor Juan Bosch para corromperse y corromper a los demás.

Dicen muchos que hay que impedir, a toda costa, que Leonel vuelva al poder,  coincidiendo con Danilo que hasta  un fraude le hizo en las primarias para que no se convirtiera en el candidato del PLD. Yo tampoco quiero que Leonel vuelva a la presidencia, ni que permanezca Danilo a través de Gonzalo. Sería consolidar un régimen totalitario. Y eso sí que no lo quiero.

No guardo rencor ni odio contra el ex presidente Fernández. Mis contradicciones son políticas.  No permito que el odio o el rencor nublen mis pensamientos ni mis sentimientos. El odio en política no es buen consejero. (En los últimos 22 años he conversado con Leonel por mas de dos horas en cada oportunidad, en un ambiente distendido de respeto, sin ofensas ni malquerencias inútiles. (Él dice lo que piensa con toda franqueza, yo por igual)

Si en las actuales circunstancias  me ponen a escoger entre Leonel y Danilo prefiero mil veces a Luís Abinader.

Considero que es al PLD que debemos derrotar, sacar del poder; no es impedir que Leonel vuelva y que Danilo se vaya, es  sacar del Palacio Nacional esa  estructura gansteril, mafiosa y corrupta, esa corporación empresarial concebida para el saqueo de los recursos públicos que  se llama PLD. Y si Leonel está dispuesto, pues que lo haga.

El PLD no está dividido entre buenos y malos. Tal cosa no existe en ese partido. Todos quieren el poder para continuar repartiéndose el Estado para su beneficio. La “Cosa Nostra” está dividida en dos familias poderosas. Una se mantiene  en el poder, la otra intenta crear su propia red. Es contra esas estructuras, PLD, Fuerza del Pueblo, están integradas por  los mismos señores y señoras, solo que los intereses, más económicos que políticos, los han dividido. Pero nada más.

Leonel no forma parte del gobierno; ahora está en la oposición. Busca la presidencia de la República sabiendo que no le será fácil lograrla. No puede permitir que Dañino se mantenga en el poder. Un pacto con La Fuerza del Pueblo  es totalmente posible dentro de algunos parámetros. Pienso que un Frente Opositor debe encabezarlo el PRM en tanto es el partido mayoritario. Aun así Leonel intentará crear un partido grande que le permita negociar ventajosamente, incluso disputarse la candidatura presidencial con Luis Abinader, si la correlación de fuerzas lo favorece.

El PRM debe tener cuidado porque le puede salir más cara la sal que el chivo. Si no negocia inteligentemente perderá la oportunidad de sacar al PLD y a Leonel al mismo tiempo de la lucha por la presidencia.  Por lo tanto, la candidatura presidencial del PRM no debe ser negociable. Impedir que Danilo gane, pero que entre Leonel por el carril derecho, sería un error imperdonable. La Fuerza del Pueblo no está dirigida por rusos o chinos, está integrada mayoritariamente por peledeístas disgustados. No lo olviden.

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