Hamlet y la supervivencia física del libro

William Ospina

Hay un momento irónico en el Hamlet de Shakespeare, cuando Polonio encuentra a Hamlet leyendo y le pregunta: “¿Qué lees, príncipe?”. Y Hamlet le contesta: “Palabras, palabras, palabras”.

Uno de los secretos de Hamlet es que siempre dice la verdad y al mismo tiempo siempre miente. Y en este caso es así: Hamlet dice la verdad cuando afirma que está leyendo sólo “palabras”, porque de palabras está compuesto todo libro, pero es una ironía porque Hamlet sabe mejor que nadie que un libro es mucho más que una colección de palabras.

Hamlet tiene ya en sus manos el libro. Hamlet es ya el hombre que dialoga consigo mismo. Y tienen razón los directores que lo ponen a murmurar sus monólogos en los escenarios más actuales: Hamlet es por igual alguien del siglo XVI y del siglo XXI, Hamlet es nuestro contemporáneo. Ese libro que tiene en las manos bien podría ser un computador portátil o un libro electrónico, las meditaciones que suscita en él ese texto serían las mismas. Hoy se discute si el libro como objeto físico va a perdurar, y sobre ello se aventuran todas las hipótesis. El poeta Humberto Marín suele recordar que él creyó que de verdad los libros iban a ser sustituidos por las pantallas electrónicas hasta el día en que se enteró que Bill Gates había publicado un libro. Ese sólo hecho parecía declarar que la salud futura del libro estaba garantizada.

Con todo, algunas inquietudes perduran, y la más importante es que el soporte físico del libro de papel requiere un tal consumo de materia vegetal, que no parece deseable que en el porvenir se hagan ediciones gigantescas de cuanto libro aparezca. Tal vez llegará el día en que sólo los libros clásicos, es decir, de significación probada para gentes de muchas culturas y de muchas edades distintas, merezcan ediciones en papel, y para todo lo demás haya libros electrónicos, menos costosos en términos naturales, aunque también costosos en términos ambientales. Pero el libro, tal como lo conocemos, es tan bello, tan práctico, tan portátil, tan sencillo de usar, tan dócil, tan misterioso, que podemos decir que con su hallazgo la humanidad encontró un objeto mágico, algo a lo que le costará renunciar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dos × uno =