¿Es Luis Abinader un líder?

Por Efraim Castillo

Ojalá que no se aleje el día en que Luis Abinader comprenda que no fue la hegemonía empresarial quien lo llevó a la presidencia ni la que lo sostiene en el poder, ni tampoco la que lo defenderá frente al pueblo. Ojalá Abinader comprenda que es el PRM y los pequeños partidos que lo apoyaron en la pasada campaña los que darán la cara por él cuando las cosas comiencen a pasar de castaño oscuro a un color más sombrío.

Esta observación la expreso porque todos sabemos que Abinader no es un líder nato, sino un dirigente surgido por cuatro circunstancias que han afectado la vida del país desde la entrada del presente siglo:

a) el despedazamiento y achicamiento del PRD, debido al pugilato entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, manipulado por Leonel Fernández y Danilo Medina a través de nombramientos de su militancia en el gobierno;

b) la modificación constitucional de Hipólito en el 2002, que permitió la reelección presidencial consecutiva y violó la prohibición de 1994, uno de los triunfos políticos de Peña Gómez sobre el continuismo balaguerista. Esta modificación constitucional devolvió a la presidencia a Leonel Fernández y dio inicio al clivaje perredeísta y posterior nacimiento del PRM;

c) la infernal corrupción de estado implantada por el leonelismo-danilismo, la cual se ramificó en todos los niveles administrativos del Estado: Presidencia, Obras Públicas, Educación, FFAA, Salud Pública, Justicia, Ministerio Público, Agricultura, etc.;

y d) la salida del PLD de Leonel Fernández tras el fraude cometido contra él por la dirigencia danilista en las primarias de ese partido (octubre del 2020).

Asimismo, Luis Abinader debe saber que su liderazgo aún está en construcción, porque los líderes, para convertirse en sujetos icónicos, en patterns y cabezas visibles de la historia, deben crear una característica diferencial con los liderazgos que le precedieron (Trujillo, Balaguer, Bosch y Peña Gómez, los cuales cubrieron los gobiernos de Guzmán Fernández, Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina).

La construcción del liderazgo tiene que llenar esa cuota de valores señalada por Max Weber en la conferencia dictada en la librería Steinicke de Munich (28 de enero, 1919), como parte del ciclo de charlas «La política como vocación» (Politik als Beruf); donde señaló, entre otras cosas, la más importante de las condiciones que debe poseer un líder para alcanzar el dominio del Estado: el carisma; un concepto que lo acercó a la “ley psicológica de la unidad mental de las masas”, concebida por Gustave Le Bon en su obra Psicología de las masas (1895).

Por eso, Abinader debe aprovechar las operaciones Pulpo, Coral, Medusa —y todas las demás que surjan— para fundar un liderazgo; aprovechando “la orientación de los sentimientos” (Le Bon) que se han despertado en esta cacería a la corrupción y así elevar su voz con la firmeza del que habla para resolver; del que señala el camino a un pueblo que lo eligió y debe sostenerlo; a un pueblo que busca afanosamente ese guía que lo oriente en esta terrible tormenta.

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