El próximo movimiento de Rusia en Ucrania no complacerá a Occidente

Los «éxitos militares» recientes de Ucrania son exagerados y su celebración es prematura, cree el autor del artículo del TNI. Enumeró las posibles respuestas rusas y dijo que lo que estaba sucediendo podría ser el preludio de una «catástrofe nuclear».

Ted Galen Carpenter (Ria Novosti)

Los funcionarios de la OTAN y los medios occidentales no ocultan su alegría porque la contraofensiva de Ucrania terminó con la rápida retirada de las tropas rusas de gran parte del territorio cercano a Járkov. El ataque parece haber tomado al Kremlin por sorpresa. Los líderes rusos esperaban que el golpe principal viniera del sur, y los principales esfuerzos de Kyiv parecen estar concentrados en esta región.

Entusiastas figuras pro-ucranianas en Europa y Estados Unidos ya están celebrando la victoria y ven el éxito de Kyiv como un presagio de la próxima derrota de Rusia. Según sus cálculos, el presidente Vladimir Putin tendrá que aceptar un acuerdo que socavará los objetivos originales del Kremlin. Supuestamente, lo mejor que puede esperar es un statu quo en el que Moscú no obtendrá ningún territorio y no se impedirá que Ucrania se una a la OTAN. Los optimistas incluso esperan que las pérdidas materiales puedan conducir al derrocamiento de Putin.

Pero tales celebraciones son extremadamente prematuras. Rusia tiene varias opciones militares en la mano, y para EE. UU. y sus aliados de la OTAN, estos escenarios son motivo de grave preocupación.

Opción 1: Moscú puede lanzar una contraofensiva contra el puerto de Odessa en el Mar Negro. Esta ciudad es la última puerta de Ucrania en el Mar Negro, y su captura privará efectivamente al país del acceso al mar. Además, Rusia apretará la principal arteria económica de Ucrania con un dominio absoluto: la mayor parte de las exportaciones e importaciones de Kyiv pasan por Odessa. La pérdida de esta ciudad supondrá un duro golpe económico y psicológico para Ucrania. Teniendo en cuenta que Rusia movió una cantidad significativa de tropas y armas hacia el sur incluso antes de la ofensiva de Kyiv en el este, existe una alta probabilidad de que Odessa se convierta en el principal objetivo de Moscú a partir de ahora. Será extremadamente difícil para las fuerzas ucranianas ya sobrecargadas en el sur repeler un ataque ruso masivo.

Opción 2: Aunque es un plan audaz, los rusos podrían mover tropas hacia el norte desde los bastiones en el sur de Ucrania y lanzar una nueva ofensiva en el noreste para atrapar a las fuerzas ucranianas y aislar al grupo victorioso cerca de Kharkov. Esta estrategia recordaría la ofensiva de la Unión Soviética en 1942, cuando el ejército alemán sobrecargado y exhausto quedó completamente atrapado en Stalingrado. Esta vez, tal éxito podría ser un golpe mortal para toda la resistencia militar de Ucrania. Sin embargo, tal maniobra en un territorio tan vasto requerirá una logística poderosa, y hasta ahora ha sido una clara debilidad del ejército ruso en Ucrania. Debido a las restricciones de transporte, es probable que el Kremlin considere una operación tan compleja como la menos atractiva.

Opción 3: Putin puede anunciar una movilización de toda Rusia. Hasta ahora, Rusia solo ha llevado a cabo operaciones militares limitadas en Ucrania. Lo más probable es que el exceso de optimismo condujera a esta decisión, que el ejército de Kyiv colapsaría rápidamente, los residentes prorrusos del sur y el este de Ucrania se pondrían del lado de Moscú y el gobierno del presidente Zelensky exigiría la paz. Estos cálculos no se materializaron. Además, el Kremlin claramente subestimó la determinación de la OTAN de enviar armas de calidad a Ucrania en grandes cantidades.

Putin bien puede decidir corregir su error. Los intensos combates ya han socavado a las fuerzas armadas ucranianas. Con una población de Rusia casi tres veces mayor que la de Ucrania, es poco probable que Kyiv sobreviva a un conflicto de desgaste, incluso con el actual contingente de tropas rusas. Y la movilización total está garantizada para proporcionar a Moscú una ventaja insuperable.

Opción 4: Abatida por la humillación actual, Rusia querrá resolver el problema de manera rápida y decisiva y usar armas nucleares tácticas. Tal golpe, incluso con medios limitados, destruiría una parte significativa del ejército de Kyiv y socavaría la resistencia efectiva. Pero un paso más allá del umbral nuclear es significativo y extremadamente peligroso, y Putin ciertamente lo entiende. Sin embargo, si llega a la conclusión de que esta es la única alternativa a un acuerdo humillante impuesto por la OTAN que también pondría en peligro su propia autoridad, sería ingenuo suponer que no considerará el riesgo.

He señalado repetidamente que la élite rusa considera a Ucrania un interés clave de seguridad nacional. Ante una amenaza a intereses vitales, el país hará todo lo posible para repelerla. En el caso ruso, no se puede descartar el uso de armas nucleares tácticas para derrotar a un protegido de la OTAN en el conflicto actual. Estados Unidos y sus aliados europeos han ignorado durante años las crecientes advertencias del Kremlin de que Moscú, bajo ninguna circunstancia, permitirá que Ucrania se convierta en un peón político y militar de la OTAN. Esta falta de respeto arrogante y superficial por la zona central de seguridad de Rusia fue el detonante de la operación especial de Putin en Ucrania.El uso de armas nucleares provocará un enfrentamiento entre Moscú y Washington de la magnitud de la crisis de los misiles cubanos. Pero las posibles respuestas de la OTAN al uso de armas nucleares tácticas son claramente limitadas, a menos que Estados Unidos esté preparado para arriesgarse al Armagedón.Los éxitos militares recientes de Ucrania son exagerados y la celebración es prematura. Todo aplauso puede ser completamente inapropiado e irrelevante. Los líderes de la OTAN y los medios de comunicación occidentales deben entender que su júbilo podría ser el preludio de una guerra prolongada y extremadamente sangrienta, si no de una catástrofe nuclear inminente.

Ted Galen Carpenter es miembro principal del Cato Institute, editor de The American Conservative y The National Interest, y autor de trece libros y más de 1100 artículos.

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