El PRM y Abinader al ataque

Por Claudio Acevedo

Hay un dicho antiguo que de tanto repetirse se ha convertido en un lugar común, lo que no le quita su valor de verdad. Y es el que dice que la mejor defensa es el ataque. Pero no el ataque per se, sino un buen ataque, preciso y bien calculado.

Se atribuye a Sun Tzu la paternidad de ese concepto y así lo hizo constar en “El arte de la guerra”, una guía para la batalla que todavía mantiene vigencia en muchos aspectos, con las consabidas actualizaciones.La ofensiva bien planificada tiene la virtud de adelantarse a los acontecimientos para controlar daños y cambiar su curso, cuando todavía se dominan los factores externos que pueden inducirlos o neutralizarlos.

Los boxeadores comprueban en el ring la certeza de esa máxima de la estrategia que apunta a asegurar la victoria. El púgil es consciente de que la pelea le sale mejor si se puede decidir en los primeros rounds por la vía de un nocaut fulminante.

Extrapolando a la lucha política-electoral estas aseveraciones, vemos que el presidente Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno, PRM, quieren dejar desde ahora fuera de combate, primero al Partido de la Liberación Dominicana, PLD, y luego a la Fuerza del Pueblo, mediante el golpe aniquilador de la orquestación de expedientes judiciales, cuyo tufillo político sale a flote, independientemente de la sostenibilidad o la justeza de las acusaciones contra exfuncionarios de esas lides políticas.

Y es que llevar a los presuntos corruptos a que respondan ante la justicia significa también llevarlos a que respondan políticamente ante el electorado, por lo cual ambas consecuencias (legales-políticas) se imbrican y se fortalecen, de manera que no se pueden disociar.

Por eso, en el asunto de la judicialización de la política siempre late la duda de si se hace por ganancia política o por un deseo sincero y genuino de adecentamiento institucional del quehacer político-gubernamental y de poner fin a la impunidad. Y la verdad es que no resulta fácil hacer tal distinción.

Pero retomando la línea central del artículo, vale decir que la extensión hacia atrás en el tiempo y la intensificación de los procesos judiciales con “inclusiones más gordas”, revela que se trata de un ataque preventivo, que busca anular, políticamente, la posible concreción de una alianza verdi-morada, lo cual no es objetable desde el punto de vista de la conveniencia política.

Esto nos habla sobre las garras políticas de un presidente y un partido que están demostrando que saben cuidar bien sus espaldas y que ninguna consecuencia previsible de acontecimientos políticos que se pueden modelar o redirigir en la dirección deseada, les tomará desprevenidos, por lo cual mantienen un paso adelante sobre sus opositores.

El PRM y Abinader saben que sus posibilidades de permanencia en el poder y su sobrevivencia política dependen de agotar los recursos de la oposición, matándole el gallo en la funda, ante de que afilen sus espuelas. Con ello se busca frenar su habilidad y posibilidad de contraatacar, lo que confiere una adelantada ventaja estratégica de cara a los comicios del próximo año.

En esta dirección, si los perremeístas lograran etiquetar la posible unión de los dos principales partidos de la oposición como la “alianza de los desacreditados y los manchados por la corrupción”, habrán ganado un buen tramo de la batalla por la mente, la razón y el corazón de la población votante.

Pero si los segundos logran aunque sea un pequeño espacio de victimización y ser percibidos como objeto de persecución política, también habrán ganado algunos puntos. En tanto, vemos a un gobierno y al partido en el poder tratando de subir las apuestas, queriendo ir por más, sobre todo, cuando pende sobre sus cabezas la espada de la retaliación.

El más reciente ejemplo de esto último, es la llamada de Quirino a escena, quien ya antes fue instrumentalizado contra Leonel Fernández para apaciguarlo, y que, al parecer, todavía sirve para enviar un mensaje contundente y preventivo por parte de los actuales regentes del poder, quienes no están dispuestos a que los pongan en el asador de la venganza.

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