El PRM ante otro desafío

Por: Rafael Chaljub Mejía

El Partido Revolucionario Moderno mejora su situación. Fuerza mayoritaria de la oposición, mantiene su unidad y cuenta con un candidato como Luis Abinader, con una imagen moral intachable.

Esto último es un aval muy importante cuando la lucha contra la corrupción y la impunidad ha ocupado un lugar tan importante en la atención de las fuerzas más sanas de la sociedad.

También le favorece la división del partido oficialista ya consumada. Porque mella las fuerzas del danilismo, abre una brecha importante en el frente del adversario y le permite al PRM presentarse como una fuerza confiable.

Le da, asimismo, mayor margen de maniobra y crea la posibilidad de que las de Fernández y el PRM, golpeen al mismo blanco aunque sigan marchando separadas.

Esa división del PLD, no obstante, trae también sus desafíos. Ya el PRM no está solo en el campo de los que enfrentan al gobierno; el doctor Fernández viene a disputarle el escenario y a competir por los mismos votos opositores con el licenciado Abinader.

Los votos desafectos al gobierno ya no están destinados necesariamente hacia las candidaturas del PRM y por eso es de esperarse que el liderazgo de este partido, como se dice en el béisbol, haga los ajustes correspondientes en su política.

Ojalá comprenda que Fernández es un competidor imposible de subestimar. Con experiencia y con discurso y, pese a su alta tasa de rechazo, tiene también sus seguidores. Ahí están los números.

El desafío consiste en saber mantenerse como cabeza de la oposición y para lograrlo un partido como el PRM tiene un campo fértil por delante. Un sector de capas medias se movilizó masivamente convocado por la Marcha Verde.

Es preciso lograr la hazaña de convertir en simpatías electorales el deseo de cambio que salió a flote en esa jornada. Pero quien aspire a esa adhesión debe saber que es imposible logarla desde posiciones conservadoras y atrasadas, como algunas que suelen manifestarse en el liderazgo del PRM.

Con recetas económicas neoliberales, apelaciones a los círculos conservadores de Washington y condenas a las fuerzas progresistas del continente, es imposible ganarse a quienes aspiran al cambio con contenido, que promueva un nuevo orden económico y abra las puertas a una transición democrática que ya no puede esperar más. Dicho sea de paso, entidades cívicas como la Coalición Democrática tienen un papel trascendental en ese esfuerzo.

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