Con el presidente y la soberanía nacional

Por Claudio Acevedo

Una vez más en nuestra historia, el país es víctima del látigo imperial con que tantas veces se nos ha azotado de distintas maneras, para tratar de obligarnos a inclinar la cerviz y ponernos de rodilla frente a los emplazamientos del tío Sam.

No es momento de esconderse en frases generales que buscan escurrir el bulto y evitar tomar posiciones responsables y valientes, cuando la patria se ve bajo el garrote de las presiones extranjeras que no conciben otra posición que la de someterse al poder extranacional.

Es momento de llamar al pan pan y al vino vino y no andar con paños tibios para justificar o explicar la delicada situación en la que nos pone el uso de la llamada fuerza blanda por parte de los Estados Unidos. Mismo país que trata de aprovechar las ataduras y la gran dependencia que tenemos de su mercado, para darnos por donde más nos duele y en una coyuntura de crisis internacional, para agravarnos más la situación.

Así como he sido crítico con el presidente Luis Abinader en algunas situaciones que demandaban ver las cosas desde otra perspectiva, creo que ahora procede que, independientemente de la bandería política, hagamos filas detrás de él en la defensa de los sagrados intereses nacionales, que pretenden ser obliterados olímpicamente por el imperio estadounidense. Ahora, el principal compromiso de todos debe ser con nuestra República Dominicana.

Todas las fuerzas vivas de la Nación deben actuar como una sola voz en favor de la defensa nacional, integrándose y coordinándose en un esfuerzo conjunto para salir lo mejor parado posible frente a esta embestida imperial. Y luego, con la lección asimilada y aprendida, comenzar a diversificar nuestros mercados de exportación e importación, para no seguir poniendo la mayoría de los huevos en una sola canasta y así evitar que, en lo sucesivo, nos traten desde una posición de fuerza en la que nos dejan pocas opciones.

Esa sería la única forma efectiva de garantizar, de modo permanente, la soberanía e independencia de la Nación y disuadir al imperio para que nos trate con respeto y dignidad, reconociendo nuestra capacidad de autodeterminación, para proteger los intereses nacionales.

En este sentido, saludamos que el presidente Abinader no esté solo, sino que junto a él, hasta congresistas de Nueva York, como Adriano Espaillat, de origen dominicano, llegó a reclamar que se retire de inmediato el comunicado “Alerta: Reforzamiento en curso de migración en República Dominicana”, emitido por el Departamento de Estado y avalado por la embajada de Estados Unidos en el país.

Se comprueba, por enésima vez, que los EEUU no tiene amigos sino intereses y de ahí la penalización en contra del Central Romana Corporation para impedir la exportación de azúcar hacia ese país.

Nuestra débil media isla se encuentra bajo ataque de la primera potencia mundial, que amenaza con asfixiarnos económicamente, declarándonos una virtual guerra económica que ya se asoma a través de las sanciones, si no nos sometemos a sus designios. Designios que pasan por renunciar a nuestra potestad para determinar libremente nuestra propia política de migración, tal como la aplican los norteamericanos, sin pedirle permiso a nadie.

Los EEUU quieren que carguemos pesado haciéndonos cargos de todos los problemas de un Estado fallido y fallado como Haití, so pena de cobrarnos muy caro nuestra negativa y resistencia a tales peticiones maliciosas. Después de destruir a Haití como país funcional, crear el caos desmantelando su ejército, y dejándolo en manos de pandilleros que actúan como gobierno de facto, ahora quieren que paguemos los platos que ellos rompieron en la nación vecina.

Muy bueno ha sido que el criado le haya salido respondón a los Estados Unidos y que sus medidas coercitivas con las que pretenden doblegarnos hayan tropezado con un muro de firmeza en la posición del presidente Luis Abinader, quien sin duda saldrá crecido de esta crisis si no da su brazo a torcer.

Por eso, estamos con el presidente Abinader mientras mantenga su rechazo a la posibilidad de abrir campos de refugiados haitianos en las fronteras nacionales. Ojalá que esta experiencia nos termine de abrir los ojos sobre lo que son capaces de hacer los gringos cuando no son complacidos o sus órdenes no son acatadas.

Irak, Libia, Panamá, Siria, Rusia, entre otros países, saben lo que significa hacer caso omiso a las demandas de EEUU, quien se inventa hasta las fantasías más inverosímiles para justificar sus desmanes.

En Irak se inventaron las armas de destrucción masiva que nunca existieron y las únicas armas de destrucción masiva fueron las que ellos dejaron caer sobre territorio iraquí. En Panamá acusaron a su presidente Noriega de narcotraficante antes de invadir su país y humillarlo con la prisión.

Y ahora a nuestro país lo acusan de cometer actos de crueldad como deportar a Haití a niños sin sus  padres y hasta de perseguir y discriminar a todas las personas de piel negra, inclusive a norteamericanos afrodescendientes que supuestamente corren el peligro de ser enviados a Haití.

El mismo guión que ya todos conocemos. Pero el final no será como ellos esperan.

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