Asia está volviendo a la disuasión nuclear basada en la “destrucción mutuamente asegurada”

Por Jamil Anderlini, The Financial Times

Taiwán, Japón y Corea del Sur tienen la capacidad de desarrollar sus propias armas rápidamente.

Nueve líderes tienen el poder de desencadenar la devastación nuclear, pero si no fuera por las acciones de un traidor coronel taiwanés en 1988, ese número sería al menos 10.

Chang Hsien Yi a los 73 años disfruta de una vida tranquila en Idaho. Durante años vivió en secreto en EEUU debido a temores de que sería asesinado por agentes taiwaneses por revelar la extensión del programa secreto de armas nucleares de Taiwán. Su defección le dio a Washington la evidencia que necesitaba para forzar a Taipei a cerrar el proyecto.

Después de décadas de silencio, el Sr. Chang recientemente ha escrito un libro sobre su papel en este fascinante y poco conocido capítulo de la historia. Una de las revelaciones es que sus acciones, llevadas a cabo sobre todo por razones idealistas, detuvieron el proyecto de Taiwán cuando estaba a uno o dos años de producir la bomba.

Lo más preocupante de todo es el hecho de que Taiwán — una isla autogobernada que China ha jurado “reunificar” con su territorio, bajo coerción si es necesario — podría reiniciar secretamente su programa en cualquier momento y probablemente producir un arma dentro de un plazo similar.

La postura belicosa de Corea del Norte y su carrera por construir una ojiva que podría llegar a los EEUU ha desencadenado una carrera armamentística moderna que ha sido el foco de atención en los últimos meses. Presentado con el innoble ejemplo de Muammer Gaddafi, asesinado ocho años después de haber acordado abandonar sus armas nucleares, es improbable que el joven dictador Kim Jong Un siga su ejemplo en respuesta a amenazas o sobornos.

Eso significa que, a menos que EEUU y sus aliados estén dispuestos a arriesgar una devastadora guerra para eliminar al Sr. Kim, los gobiernos regionales pronto tendrán que preguntarse si EEUU está dispuesto a sacrificar Los Ángeles por Tokio o Seúl.

Como señala el diplomático singapurense Bilahari Kausikan, la respuesta obviamente es “no”. El resultado, por lo tanto, es que Japón y Corea del Sur pronto se verán obligados a desarrollar medidas de disuasión nuclear. Al igual que en el caso de Taiwán, Japón tiene la capacidad de desarrollar este tipo de armamento muy rápidamente y es probable que lo haga aunque Donald Trump no cumpla con su promesa de campaña de levantar el paraguas nuclear estadounidense del este de Asia. Seúl no estará muy atrás.

Si este escenario es ahora inevitable, la pregunta es qué significa eso con respecto a la paz y la estabilidad. Bajo la teoría de la disuasión hecha popular durante la guerra fría, la perspectiva de la destrucción mutuamente asegurada disuadió a todas las partes de actuar precipitadamente.

El Sr. Kausikan utiliza esta misma lógica para sostener que una carrera de armamentos nucleares en Asia nororiental conduciría a un equilibrio inquietante similar. Él cree que un equilibrio nuclear del terror tendría el beneficio adicional (desde la perspectiva de Washington, de Tokio y de Seul) de congelar el statu quo en la región y de frustrar la meta revanchista de Beijing de reconstruir un orden en el este asiático con China en su cúspide.

El Sr. Kausikan tiene razón en que una Corea del Norte libre de armas nucleares es ahora muy improbable. El régimen de Pyongyang probablemente se derrumbará — algún día— en plena posesión de su arsenal nuclear, un panorama aterrador, pero uno que el mundo ha visto antes con la disolución de la Unión Soviética. A menos que eso suceda pronto, la acumulación nuclear en la región es casi inevitable. Frente a esta perspectiva, es tentador ser optimista y apostar por la lógica de la disuasión.

El naciente programa nuclear de Taiwán debería hacer que todos se detengan. Beijing ha jurado llevar a cabo ataques preventivos si cree que Taipei está cerca de desplegar su propia arma. Pero en un barrio donde todos los demás tienen armamentos nucleares, ¿podría el mundo realmente esperar que Taiwán — o Singapur o Malasia o Indonesia o Australia — se contengan?

Lamentablemente, los días en que un único traidor idealista podría detener el avance de la destrucción masiva han quedado atrás.

 

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