El ‘intrépido’ Trump, atrapado en el fuego cruzado

Mientras que el presidente de EEUU, Donald Trump, intenta entablar relaciones más estables con Rusia, se ve obligado a corregir sus propias palabras al someterse a una presión política interna de su país.

Así, en la rueda de prensa que tuvo lugar después de la cumbre entre Trump y su homólogo ruso, Vladímir Putin, el mandatario estadounidense dijo que los servicios de inteligencia de su país no presentaron ninguna prueba de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de EEUU.

Horas más tarde, Donald Trump dio marcha atrás y dijo que su frase «tenía que sonar así: no veo ninguna prueba de que Rusia no estuviera detrás de la injerencia en las elecciones».

La razón de ello es que «todos están en contra de Trump», afirman los columnistas de Sputnik Ígor Gashkov y Vladímir Ardáyev. El problema tradicional del mandatario de EEUU son sus difíciles relaciones con el ‘establishment’ del propio país, según ellos.

De hecho, estas relaciones son tan tensas que después de la reciente cumbre que tuvo lugar en Helsinki, Trump fue atacado tanto por sus oponentes demócratas como por sus partidarios republicanos, destacan los columnistas.

Añaden que la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de EEUU sigue siendo el tema central de los ataques, en los cuales se critica a Donald Trump por no confiar en sus servicios de inteligencia.

Así, el senador demócrata Chuck Schumer exigió que se investigue la cumbre Trump-Putin para averiguar qué promesas se le hicieron al presidente de Rusia. Al mismo tiempo, el líder de la mayoría del Senado de Estados Unidos, Mitch McConnell, considera que las pruebas de los servicios de inteligencia estadounidenses son «irrefutables» y los rusos no pueden ser considerados como amigos.

De acuerdo con los columnistas, en este contexto, el presidente de EEUU se ve obligado a corregir su posición en la cuestión, y poco después de haber vuelto desde Helsinki afirmó tener plena confianza en los servicios de inteligencia.

No obstante, en el mismo discurso insistió en que hay otros países que podrían haber influido en las elecciones y que llegó a ser presidente «sin ayuda de fuera», destacan los autores.

Los columnistas también señalan que el Congreso se empeña en poner trabas en «la aproximación cautelosa a Rusia» que inició en Helsinki Donald Trump. Precisamente por esta razón se planea imponer nuevas sanciones contra Rusia y obligar al presidente de EEUU a nadar entre dos aguas.

«Le será difícil rechazar parte de las sanciones, porque concuerdan con su curso político de exportación de hidrocarburos al extranjero», explicaron Gashkov y Ardáyev.

Las próximas elecciones al Senado tampoco ayudan a Donald Trump: a medida que se acercan, el ‘establishment’ se apresta a tomar acciones más radicales, afirman los especialistas. En consecuencia, ahora todos quieren distanciarse del presidente en un intento por movilizar a sus partidarios. Así, algunos de sus oponentes incluso volvieron a sacar el tema del impeachment, subrayan los columnistas.

Estas mismas elecciones son la causa de las dudas del ‘intrépido’ presidente, que no quiere perder las elecciones intermedias, ya que esta derrota podría desembocar en la pérdida de su puesto en los comicios presidenciales.

A pesar de la oposición del establishment, la opinión pública está más dividida. Así, el 55% de los entrevistados por Ipsos evaluó negativamente la cumbre que tuvo lugar en Helsinki, mientras que el 37% lo hizo de manera positiva.

Mientras tanto, los columnistas destacaron que, de acuerdo con el servicio sociológico Gallup, la campaña antirrusa que se está llevando en EEUU va perdiendo fuerza: desde el 2014, el número de republicanos que apoyan unas relaciones amistosas con Rusia se duplicó desde el 22% hasta el 40%.

En este contexto, los expertos consideran que son los seguidores de Trump los que apoyan un acercamiento a Rusia a pesar de la campaña que se está llevando contra él. «Ellos creen en sus promesas de ‘llevarse bien con Rusia’ y ven que es posible, y no consideran que los rusos sean enemigos», concluyen Gashkov y Ardáyev.

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