Familiares de otros marinos expulsan de base naval a una esposa por creer que ya están muertos tripulantes de submarino

BUENOS AIRES— María Itatí Leguizamón, esposa de unos de los 44 tripulantes a bordo del submarino San Juan perdido desde el 15 de este mes en las aguas del Atlántico Sur, fue expulsada por otros familiares de la Base Naval de la Armada argentina en Mar del Plata por considerar que los militares han fallecido dentro del navío.

«Me dijeron que me vaya y que no me quieren ver más ahí», denunció Leguizamón a los medios de comunicación tras salir del comando naval.

La mujer, residente en esa ciudad balnearia argentina, se acercó a la Base Naval «para ver si había alguna novedad».
«Entré y me empezaron a agredir el 90 por ciento de las familias, me quisieron pegar, me pidieron que no abra la boca, que si quiero hablar que hable por mí, que ellos no quieren decir nada», relató.

Visiblemente indignada, la esposa del cabo primero Germán Oscar Suárez, submarinista y sonarista dentro del buque desaparecido, aclaró que en su diálogo con la prensa siempre habló por ella, «nunca los mencioné».

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«Si no era por mi cuñada y mi mamá, me pegaban», aseguró.

El motivo del conflicto fue que al parecer Leguizamón mencionó en alguna declaración el término «viudas».

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Aunque ella no recuerda haberse referido a esa palabra, el resto de los familiares le advirtieron que ellas «no se consideran viudas, y me empezaron a decir de todo, que respete como ellos sienten, que ellos creen que los van a encontrar».

«Son tan ignorantes de creer que los van a encontrar», afirmó.

Los familiares, a la espera de noticias en la Base Naval, donde tiene su apostadero habitual el submarino, se sintieron ofendidos «porque estoy afirmando que ellos (los tripulantes) están muertos, cuando a ellos les están alimentando (la idea) de que no, de que están bien y de que está vivos».

«¿Por qué me tienen que agredir a mí si yo estoy atravesando el mismo dolor?», inquirió.

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La mujer aclaró que no realizará ninguna denuncia porque no llegó a ser golpeada, y señaló que uniformados de la Armada intentaron mediar en el altercado invitándola a salir «para evitar conflictos».
Leguizamón, de profesión abogada, también fue acusada de no entender la situación «porque no sos madre, no tenés hijos», según le dijeron.

Tras enfatizar que seguirá diciendo lo que quiera y que no dejará que la agredan, advirtió: «Si algo me pasa, ya saben ustedes».

«La hermana (de su esposo Suárez) está acá, los padres lo aceptaron, cada cual acepta lo que quiere, tengo el mismo derecho de saber el parte» oficial de la Armada, sostuvo.

Una semana después de perderse el contacto con el buque, se informó de que una explosión había tenido lugar tres horas después de la última comunicación del navío, a 48 kilómetros de donde se ubicó su última localización.

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«Fue una implosión, no hay posibilidad de vida, 500 kilos pesa una batería», manifestó Leguizamón.
La abogada, proveniente de la provincia de Formosa (norte), aseguró que amaba y adoraba a su marido, «pero no hay que ser tampoco necios».

«No hay posibilidad de hacer un compartimento estanco» en el submarino San Juan, señaló a la prensa.

En una entrevista, Leguizamón aseguró que el submarino San Juan, que se comunicó por última vez el pasado 15 de noviembre cuando se hallaba a 432 kilómetros de la costa a la altura del Golfo de San Jorge, había tenido una falla en 2014.

La esposa del sonarista también señaló que los familiares e integrantes de la Armada funcionan como una logia, pues «mueren por su institución».

«Nadie va a salir a decir nada en contra de ellos, así sea verdad», concluyó.

Trece países y más de 4.000 personas intervienen en la búsqueda del buque San Juan, uno de los tres submarinos con los que cuenta la Armada argentina.

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