Absolutamente todas las ‘superarmas’ actuales y futuras de Estados Unidos necesitan ciertos elementos químicos para ser producidas. Dichos elementos, sin embargo, no los proporciona el país norteamericano, señaló The National Interest.
De acuerdo con el medio, el «talón de Aquiles» de EEUU es la inexistencia de un suministro nacional de metales de tierras raras —nombre común de 17 elementos químicos— y, consecuentemente, su total dependencia de China, uno de sus «principales adversarios», para abastecerse de esos materiales.
Según Dean G. Popps, autor del artículo, Estados Unidos está «completamente a merced de gobiernos y mercados extranjeros» en lo que se refiere al suministro de esos elementos que son «los pilares de los principales equipamientos militares o sistemas de armas» del país.
Debido a sus propiedades únicas, como su alto magnetismo a temperaturas elevadas, las tierras raras ayudan a las municiones guiadas por precisión a identificar objetivos, facilitan la navegación por GPS y permiten que los pilotos de cazas puedan eyectarse de las aeronaves de manera segura.
«Desde el [programa] Joint Strike Fighter hasta el bombardero de próxima generación B21, desde la aviónica hasta las computadoras, las tierras raras son irremediablemente fundamentales para la superioridad militar de Estados Unidos (…) Dado el innegable valor comercial y militar de las tierras raras, es difícil exagerar su importancia para nuestra seguridad nacional», subrayó Popps.
Desde el cierre de la última mina de tierras raras en territorio estadounidense en 2015, el Gobierno del país norteamericano ha quedado sin un único proveedor local de estos elementos y de otros metales especiales que requiere. El hecho de que China sea la fuente de tierras raras de EEUU es «una situación increíblemente peligrosa para los programas de seguridad nacional más críticos» del país, apuntó el autor.
Popps consideró que creer que China seguirá proporcionando a Estados Unidos los materiales necesarios para derrotarla es «irresponsable e ingenuo». El columnista recordó que en 2010, el país asiático utilizó las tierras raras como «ventaja geopolítica», al reducir sus exportaciones a Japón, lo que elevó los precios de esos elementos hasta en un 600%.