El final del cerco del grupo EI acaba con la escasez en la siria Deir Ezzor

Desde que el ejército sirio rompió el cerco impuesto por el grupo Estado Islámico (EI) en la ciudad de Deir Ezzor, Haitham al Ahmad ha estado muy ocupado limpiando su restaurante para volverlo a abrir tras años de cierre.

«Vamos a preparar ‘lahm baajine'», unas tortas recubiertas de carne picada, comenta entusiasmado Al Ahmad, con los brazos llenos de polvo, tras limpiar su restaurante en un barrio del oeste de Deir Ezzor que estaba sitiado por los yihadistas desde hacía casi tres años.

Con el apoyo de la aviación rusa, las fuerzas de Bashar Al Asad consiguieron el martes entrar en la zona. Dos días más tarde llegaron unos 40 camiones con víveres, poniendo término a largos meses de penuria.

Pero los yihadistas todavía controlan cerca de un 60% de la ciudad, capital de la provincia del mismo nombre, en el este de Siria.

«Con el asedio, cerré la tienda, no podíamos trabajar. Todo era demasiado caro, ¿cómo podíamos venderlo a los clientes?», explica Al Ahmad, luciendo una pequeña barba y una camiseta rayada.

Ahora, en su local, «El príncipe de las pizzas y las tortas», hay mucha actividad. Un chico joven vierte jarras de agua en unas imponentes marmitas de hierro mientras que el dueño limpia un gran horno de gas.

Y todos los días se ven en los barrios gubernamentales de Deir Ezzor grupos de civiles haciendo cola para obtener ayuda humanitaria o comprar productos de primera necesidad a buen precio. Todo, con buen humor.

El sábado, alrededor de grandes camiones verdes, cientos de personas esperaban recibir las voluminosas cajas blancas distribuidas por la Media Luna Roja siria, con jabón, champú, arroz, aceite y conservas.

«Estamos saciados solo de verlos», asegura con una sonrisa Ghalia, con un elegante velo blanco.

«Ruego a Dios para que nadie en el mundo viva lo que nosotros hemos vivido», prosigue esta mujer, de unos 40 años. A su lado, varios hombres se van cargados con las cajas, unos las llevan a hombros, otros en bicicleta.

– Aceite, azúcar y humus –

Durante el cerco, los casi 100.000 residentes de los barrios gubernamentales sobrevivían gracias a la ayuda enviada por el régimen y la ONU, lanzada desde helicópteros.

Delante de los almacenes del gobierno, decenas de mujeres, hombres en chilaba y adolescentes en pantalones cortos esperan para poder comprar productos recién llegados: aceite, azúcar, habas en conserva y humus, pero también grasa animal, utilizada a menudo en la cocina del mundo árabe.

«Compraremos todo lo que necesitemos, porque hemos estado privados de todo», dice Heba, que hace cola con una gran sonrisa.

«Los niños ni siquiera saben cómo son algunas frutas y verduras», cuenta esta mujer de 24 años, con su rostro envuelto en un velo fucsia.

En un almacén, las cajas de tomates y pepinos se acumulan a la espera de ser distribuidas.

«Esperaba este momento desde hacía años. Esperábamos que Dios nos liberara y es lo que nos ha traído el ejército», afirma Um Adel, de 58 años.

«Estoy feliz. Por primera vez voy a darles de comer a mis hijos sin tener que racionar» la comida, confía esta mujer.

«Comeré pollo, fruta», dice Rama, de seis años. «Queremos comer de todo, tenemos hambre», murmura entre lágrimas.

AFP

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