Gestan una alianza estratégica a tres bandas contra China

Hace más de un año, Michael Fallon, secretario de Defensa del Reino Unido, habló sobre el compromiso de Washington de impulsar una «alianza tripartita» entre su país, Japón y EEUU. Según afirmó, las tres potencias seguirán desarrollando operaciones conjuntas en el futuro.

Las palabras de Fallon son de gran importancia. Fueron pronunciadas en un momento marcado por «serias dudas sobre la estabilidad en la región, cuando el mar de China Oriental y el mar del sur de China podrían convertirse en temas cruciales» en las relaciones entre Pekín, por un lado, y Washington y Tokio, por el otro. Así lo expresaron al menos los expertos en temas internacionales John Hemmings y Chris Bew.

En su artículo para The National Interest, los autores recuerdan que el 20 de octubre de 2016, el jefe de la Fuerza Marítima de Japón y sus homólogos británico y estadounidense firmaron un acuerdo de cooperación trilateral. Entre otras cosas, el documento recoge la realización de maniobras y patrullas conjuntas en el futuro.

«Firmado a nivel de servicios, este acuerdo establece una hoja de ruta para lo que califica de ‘efectos estratégicos mutuamente deseados'», expresan Hemmings y Bew.

¿Para qué unir sus fuerzas?

Los analistas explican que no son «alianzas formales, sino arreglos informales y en estado de constante ampliación», que cubren una gran cantidad de áreas diferentes como «respuesta al nivel complejo de amenazas a las que se enfrentan las democracias liberales de hoy».

Además, para Londres es particularmente importante crear alianzas con otras naciones poderosas, dada su inminente salida de la Unión Europea, subrayan.

Los analistas de National Interest destacan que el bastión actual de la cooperación de seguridad entre Londres y Tokio se apoya en las reuniones en el formato 2+2, que se celebran anualmente desde el 2015. Estos encuentros, a los que asisten los ministros de Defensa y Exteriores de ambos países, se centran en la discusión de las áreas de preocupación común, lo cual les permite manifestar sus intenciones e intereses.

Hemmings y Bew recuerdan que, durante el encuentro de 2016, Tokio y Londres reiteraron su apoyo a la aplicación del imperio de la ley en el mar de China Oriental y el mar del Sur de China. Asimismo, expresaron su compromiso total sobre la soberanía de Ucrania, además de su preocupación acerca del programa nuclear y el de misiles de Corea del Norte.

En el marco de la reunión de 2017, ambos países firmaron el Acuerdo de Adquisición e Intercambio de Servicios (ACSA), que tenía como objetivo facilitar una logística de defensa bilateral más cercana.

«Este acuerdo permitirá a los militares de los países cooperar en el extranjero en ejercicios combinados y operaciones de mantenimiento de la paz, además de la asistencia humanitaria y las misiones de socorro en casos de desastre», subrayan Hemmings y Bew.

En el marco del ACSA, la industria petrolera británica podrá reabastecer a aviones japoneses, al igual que los buques nipones podrán ayudar a repostar a aeronaves británicas. De esta manera, el acuerdo es «el primer paso en el santo grial de la interoperabilidad militar», que «mejora la conveniencia cooperativa en el futuro, debido a que elimina la necesidad de nuevos acuerdos individuales para cada caso particular», afirman.

El crecimiento de la cooperación entre Londres y Tokio se produce en un momento en el que las potencias emergentes de Asia y el Pacífico «están causando incertidumbre crítica en la región», enfatizan Hemmings y Bew. Según profundizan, este hecho «ha conducido a los líderes mundiales a robustecer las alianzas en todo el mundo».

«El Reino Unido y Japón son un fuerte ejemplo de tal alianza, que se ha redoblado en los últimos años», prosiguen.

Otra área de cooperación importante entre Tokio y Londres incluye un proyecto de investigaciones conjunto sobre la protección química y biológica y otros sistemas de armamento. Hemmings y Bew destacan que la época moderna está marcada por «los supuestos de defensa cada vez más reducidos y amenazas crecientes». Tiene sentido, en consecuencia, asociarse con otras democracias liberales con el fin de compartir tecnologías útiles, aunar recursos de investigación y financiar el desarrollo en este ámbito.

Así, ya ha sido llevada a cabo con éxito la primera ronda de negociaciones acerca del nuevo programa conjunto de misiles aire-aire, recuerdan los expertos. Este intercambio de tecnología dibuja el marco para una colaboración estrecha, apuntan.

«En un momento de creciente inseguridad, estas alianzas son bienvenidas», concluyen Hemmings y Chris Bew.

 

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