¿Desencadenaría Trump una guerra contra Irán?

Ahora parece poco probable que Trump pase de las palabras a la acción y desate una guerra contra Irán. Sin embargo, está claro que no será «tan bueno como Obama» y que podría imponer nuevas sanciones a Teherán, opina Ekaterina Chulkóvskaya, orientalista y columnista de Forbes.

EEUU contrajo «uno de los peores acuerdos» con el «Estado terrorista número uno». Este es el resumen de la postura del presidente Donald Trump con respecto a Irán y el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) relativo al programa nuclear iraní.

Durante su campaña electoral, Trump había prometido que Washington se retiraría del acuerdo, y en general, que tendría una postura más dura con Teherán. Al asumir el cargo de presidente de Estados Unidos, no renunció a sus palabras y empezó a aplicar una política anti-Irán.

El país persa entró en la lista de los siete países con población mayoritariamente musulmana —junto con Irak (excluido de la lista por la nueva orden ejecutiva del 6 de marzo), Siria, Sudán, Yemen, Libia y Somalia— cuyos nacionales tienen prohibida por 90 días la entrada en EEUU debido a la orden ejecutiva que Trump firmó el 27 de enero.

El decreto de Trump resultó ofensivo para muchos iraníes, opina Chulkóvskaya. En primer lugar, los ciudadanos de Irán nunca han organizado ataques terroristas en EEUU. En segundo lugar, en la llamada ‘lista Trump’ Irán es el único país donde la situación de seguridad es tranquila, no hay un conflicto armado. Y, por último, en EEUU residen bastantes iraníes, que ahora no pueden visitar a sus familiares y volver a casa.

A diferencia de la Administración Obama, que celebró un acuerdo sobre el programa nuclear con Irán y apoyó el levantamiento de las sanciones, Trump impuso sanciones a Teherán en el primer mes de su Gobierno. El 3 de febrero se introdujeron medidas restrictivas contra 12 ciudadanos iraníes y 13 empresas locales.

«Lo hizo en respuesta a las pruebas de misiles balísticos, llevadas a cabo por Irán el 29 de enero. Parece que Irán realizó las pruebas casi inmediatamente después de la investidura de Trump para ver cómo reaccionaría la nueva Administración de Estados Unidos», analiza la experta.

El presidente Trump escribió en su cuenta de Twitter: «Irán está jugando con fuego. No aprecian lo ‘bueno’ que fue el presidente Obama con ellos. ¡Pero yo no lo seré!».

​Sin embargo, la calificación ‘oficial’ de Irán como enemigo de EEUU tuvo lugar, cuando en una entrevista con la cadena Fox News, Trump calificó al país persa como el «Estado terrorista número uno».

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, en respuesta a las palabras del mandatario estadounidense escribió en su Twitter: «¡Apreciamos a Trump! Ha hecho un gran trabajo para revelar la verdadera cara de EEUU».

​La retórica anti-Irán de la nueva Administración de EEUU ha recibido la aprobación de los países aliados en Oriente Próximo: Israel y Arabia Saudí. El primero está descontento por el acuerdo nuclear, que implica el levantamiento de las sanciones económicas contra Teherán, así como el apoyo iraní a los grupos Hizbulá y Hamas, reconocidos como terroristas en Israel. Por su parte, Arabia Saudí considera a Irán como su principal enemigo ideológico. Desde 2015, ambos países están luchando en Yemen.

La postura firme de Trump sobre Irán encuentra apoyo en los círculos conservadores del mismo país persa en el que, a diferencia del Gobierno reformista del presidente Hasán Rohani, se oponen al acuerdo nuclear y al acercamiento con Occidente. Para ellos, EEUU sigue siendo el ‘Gran Satán’. En mayo, se celebrarán elecciones presidenciales en Irán. El empeoramiento de las relaciones con EEUU podría ser beneficioso para los conservadores iraníes, que tradicionalmente apuestan por una confrontación con EEUU y Occidente. Los reformadores iraníes temen que la llegada al poder de los conservadores anularía sus esfuerzos «de recuperar el puesto de Irán en el mercado mundial» y el acuerdo sobre el programa nuclear.

Para Washington, el agravamiento real y no verbal de las relaciones tampoco sería beneficioso, opina la columnista. Irán, junto con Rusia y Turquía, es uno de los actores externos clave en el conflicto sirio. Desde el comienzo de la guerra, Irán ha apoyado al Gobierno de Asad, y recientemente participa en la solución de la crisis de Siria, puesto en marcha en Astaná gracias a los esfuerzos de Moscú.

«Si Trump realmente quiere llegar a un acuerdo con Putin sobre Siria, no puede pasar por alto el factor iraní. Es muy poco probable que Moscú excluya a Teherán del proceso de arreglo de la crisis en Siria».

La autora destaca que tampoco es probable que incluso Ankara, que de vez en cuando acusa públicamente a los líderes iraníes de aspiraciones imperiales, quiera aliarse con Washington contra Teherán. Sobre todo cuando en Irán siempre recuerdan a los turcos quién ayudó al Gobierno del país otomano durante la intentona golpista del año pasado. Teherán también tiene influencia sobre el Gobierno iraquí y los grupos chiitas que luchan por la liberación de Mosul de Daesh —grupo terrorista proscrito en Rusia y otros países—. «La Administración Trump, la cual quiere completar con éxito la operación en Mosul, no debería olvidarlo», señala Chulkóvskaya.

«Por el momento, parece poco probable que Trump pase de las palabras a la acción y desate una guerra contra Irán. Sin embargo, está claro que no será tan ‘bueno como Obama’ y puede que imponga nuevas sanciones contra Teherán. En cuanto al acuerdo nuclear, aunque Trump dijo que es el ‘peor acuerdo’, es probable que EEUU no lo cancele. Según el nuevo ministro de Defensa del país norteamericano, James Mattis, ‘si EEUU ha dado la palabra, tenemos que cumplirla y trabajar con nuestros aliados’. ¿Cumplirá EEUU su palabra? Pues, dependerá en gran medida de los resultados de las elecciones presidenciales en Irán y el desarrollo de la situación en Siria e Irak», concluye la experta.

Fuente: Sputnik 

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