¡Imperfectamente feliz!

Por Davis Liriano

Faltaban unos días para mi cumpleaños 45 y mi hija más pequeña me había pedido una foto mía de cuando tenía su edad para un trabajo en la secundaria a la que asistía, querían sus maestros evaluar el cambio físico de sus madres a través el tiempo….

Me encontraba aquella mañana inmersa en viejos álbumes buscando la fotografía para el trabajo escolar… Entre tantos recuerdos encontré una que hacía años no veía… Tenía 16 años,  estaba en una finca de unos amigos de mis padres, con un vestido de ramos rosas y mi pelo en una alta cola de caballo que llevaba sujeta con un listón para amansar esos rizos cobrizos, salvajes y abundantes…  En esa foto, con un tono zepia y envejecida por el tiempo, me veía feliz… Intenté buscar en mi memoria  vagas imágenes de aquel día que había olvidado por completo..  Uffff.. Realmente yo había cambiado física y espiritualmente, los años no me habían pasado sin dejar sus huellas en mi cuerpo y mi alma…

Mirando la foto en mis manos, sentí una nostalgia indescriptible de verme reflejada en un pedazo de cartón siendo una adolescente repleta de sueños y de ilusiones,  con la ternura que te aporta la inocencia y la poca experiencia de no haber vivido aún la vida…

Fui al espejo y dejé caer mi bata blanca para verme desnuda y analizar como realmente había cambiado…, aunque no soy una mujer que desafía y lucha contra el tiempo tenía que reconocer que  Mis pechos parecían haberse desinflado con el paso de los años.. Tenía estrías en ellos, estrías por doquier, celulitis en las piernas, una marca en el bajo abdomen por mi última cesárea, los párpados algo caídos y alguna que otra cicatriz de heridas y recuerdos…  Sujeté mi pelo con un listón que había guardado en un cajón de tantas memorias y continué analizando cada espacio de mi cuerpo…

Llevaba ahora una pequeña cicatriz casi imperceptible en mi antebrazo izquierdo, de una mordida que me había propinado un pequeño perro que rescaté de la calle, asustado y herido… Mi cuerpo había realmente hecho una metamorfosis y yo, con el ir y venir del día a día, escasamente me percataba de ello, estas cosas nunca fueron importantes para mí…

Pensé que el tiempo me había pasado justamente como a todas mis amigas que no salían de un cirujano para reparar algún surco en el rostro que ostentaba delatar sus verdaderas edades, aquellas que ya no podían disimular… me miraba al espejo y veía mis arrugas en los ojos y alrededor de mis labios y me percaté que en ese justo momento me amaba tal cual era.. Había reído tanto en la vida que la piel me abría un espacio para más carcajadas reales y puras… Me sentía orgullosa de mis pechos no tan elevados, pero agradecida de que con ellos había amamantado a mis hijos.. Miré nuevamente mi abdomen y cada cicatriz y estría estaban para recordarme que como mujer, no soy más plena que otras que decidieron no procrear, pero sí igual a todas ellas que un día tuvieron la capacidad de decidir por sí mismas que hacer o no con sus cuerpos, propiedades exclusivas de cada una…  Me sentía una mujer satisfecha de una relación entre lo que he vivido y lo que tengo hasta ahora… Volví a mirar esa cicatriz en mi antebrazo y me recordó que en un momento fui tan humana y capaz de salvar la vida de mi precioso perrito Pilín que herido, abandonado y asustado bajo una noche de tormenta sólo se defendía del mal trato recibido y que con tanto amor cuidé y que hasta hoy me ha acompañado en tantos momentos de tristezas y alegrías, siempre fiel al amor que le di…

Me quise recordar que quizás no pueda  ir en contra del tiempo, porque los años me han pasado y han dejado sus huellas, podría entristecerme y abrumarme pero decido celebrar cada marca que me recuerda las tantas alegrías vividas, las noches en vela para cuidar a mis hijos, las tristezas grandes que me marcaron, los amigos del alma que partieron, familiares amados que ya no están, la gente buena que llegó a mi camino, las noches de parranda que tuve, el amor puro que recibí y la vida que me tocó seguir muchas veces con esfuerzo para levantarme del piso y otras tantas con la paz y la armonía que solo te aportan las experiencias que vives y atesoras…

Quise darle a mi hija la oportunidad de leer esto para que sepa que como mujer, siempre estamos expuestas a la crítica de la sociedad por querer aparentar ser clones de un mundo consumista que se desliza a la locura poco a poco intentando detener los años y buscando una perfección que no existe, atando el alma a una roca para que no puedas ser libre y feliz… Le quise dar una foto de su madre no cuando tenía su edad, sino una reciente, para que supiera que en el camino de mis casi 45 años, he sido una mujer real, libre, plena y feliz… que cada marca, cicatriz, estría o arruga de mi cuerpo tienen sus historias, que he librado grandes batallas y aquí estoy, en paz con mis años justos esos años con los que me han correspondido… Quise que ella tenga la certeza de que como mujeres  debemos amarnos y valorarnos más a nosotras mismas y celebrar la vida, con todos sus matices y colores, porque sólo así seremos mujeres plenas, cuando nos empoderamos nosotras para inspirar a las demás… La vida es más que un más que un número, un año más o menos, la vida es vivencia, reír a carcajadas, llorar con ganas, ser libre, ser feliz y sobretodo ser auténtica, original y única…

Le puse esta foto en una sobre en blanco con una nota que decía:

Aquí está la foto que me pediste hija…. Soy yo, TU MADRE QUE TE AMA, SIENDO IMPERFECTAMENTE FELIZ!

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